1.-
EL MOVIMIENTO OBRERO: DE LOS INICIOS HASTA 1848.
A
lo largo del XIX, los gobiernos ignoraron la penosa situación de los
trabajadores. Siendo los obreros los que construyeron sus
organizaciones y reivindicaron las primeras medidas.
1.1.-
DE ARTESANOS A PROLETARIOS.-
1.1.-
DE ARTESANOS A PROLETARIOS.-
Desde
mediados
del XVIII
fueron cambiando,
sobre todo en Inglaterra,
las condiciones
de trabajo.
Al implantarse la libertad
de producción,
que permitió la creación de nuevas manufacturas
al margen de toda reglamentación gremial,
los antiguos artesanos perdieron todos sus privilegios. Los
propietarios fijaban las condiciones
de la producción y de contratación laboral.
Los
trabajadores
de las nuevas manufacturas eran
campesinos
que habían emigrado a la ciudad para conseguir trabajo, y también,
población
urbana,
en especial artesanos
arruinados
porque no podían competir con la introducción de las nuevas
máquinas. Se
transformaron en proletarios
que, carentes de toda propiedad salvo de su prole, necesitaban
trabajo y eran contratados por el propietario del taller o la fábrica
para cumplir la jornada laboral a cambio de un salario.
El
trabajo
asalariado
fue configurando una nueva
clase obrera
que se consolidaría sobre todo a
partir de 1820,
al iniciarse la era
de la fábrica.
Las
fábricas,
locales mayores que los talleres y con máquinas más potentes
movidas con la energía del vapor o la hidráulica, afianzaron
un nuevo orden laboral:
jornadas
de hasta 15
horas,
un ritmo de
trabajo constante
y sin descanso también aplicado a mujeres y niños, una dura
disciplina y unos salarios bajísimos.
Además, en
un primer momento, el proceso de mecanización condujo al paro
a amplios sectores de trabajadores
manuales,
como los tejedores ingleses. De las 800.000
personas que en el año 1800
trabajaban en telares
manuales
de Inglaterra, en el año 1834
sólo quedaban 200.000.
El
desempleo,
los bajos
salarios,
las jornadas
agotadoras
y la dura
disciplina laboral
generaron una creciente
conflictividad.
Los trabajadores se hicieron muy pronto conscientes
de la explotación a la que eran sometidos.
1.2.-
LOS PRIMEROS CONFLICTOS Y EL LUDISMO.-
En
un primer
momento,
los cambios
en el mundo del trabajo
provocaron conflictos
aislados e incluso motines.
Empezaron a surgir
asociaciones de trabajadores
formadas sobre todo por oficiales artesanos
en vías de proletarización.
Primero se organizaron los trabajadores
de un mismo oficio y a nivel local;
posteriormente
se fueron uniendo localidades
diversas y distintos oficios.
Ante la formación de sociedades obreras y las acciones colectivas,
la intervención
gubernamental adquirió un carácter represivo.
Las asociaciones
obreras acabaron siendo prohibidas
tanto en Francia
(Ley
de Le Chapelier,
1791) como en Inglaterra
(Combination
Acts,
1799-1800).
En
paralelo
se desarrollaban movimientos
radicales,
herederos de la Revolución
francesa,
que propugnaban
reformas democráticas y reclamaban derechos y libertades.
En las ciudades
inglesas
se impulsaron movilizaciones,
marchas y concentraciones
en las que participaron los trabajadores, a favor de
la reforma política y la abolición de las leyes antiasociativas.
En
este contexto, cerca de Nottingham,
el ejército
reprimió
en 1811
con violencia una manifestación
de trabajadores
que se quejaban
de la anchura de los nuevos telares
para la fabricación
de medias,
que les
obligaba a trabajar más por el mismo salario.
Por la noche, y como protesta, fueron
incendiados más de 60 telares.
La destrucción se
asoció
a un dirigente, el capitán
Ned
Ludd,
que pronto adquirió una dimensión mítica. Su
nombre fue utilizado para firmar las cartas de amenaza a los
propietarios
de máquinas. Los
luditas
consideraban que las
máquinas agredían los intereses de los trabajadores
porque provocaban
el paro y la disminución de los salarios.
Con sus acciones, los luditas pretendían forzar
a los patronos a negociar las condiciones de trabajo.
El
ludismo
se extendió a las regiones
industrializadas de Inglaterra y en el continente europeo,
desde la Bretaña
hasta Alcoy
(1820)
y Barcelona
(1835).
Fue objeto
de persecución gubernamental
(en 1813
fueron ejecutados
18 luditas)
y entró en declive
a partir de 1817,
si bien en la década
de 1830
se reactivó
en el campo inglés con ataques
a las máquinas trilladoras.
1.3.-
EL SOCIALISMO UTÓPICO.-
Frente
a la emergente sociedad capitalista,
producto de la Revolución Industrial, se
alzaron voces críticas que se denunciaban las injusticias
del
nuevo sistema
y que idearon otras
formas de organizar la sociedad.
Fueron propuestas
innovadoras
que, durante la primera
mitad del XIX,
configuraron lo que se denominaría el socialismo
utópico.
Los modelos sociales que propugnaban y los medios para llevarlos a
cabo presentaban diferencias.
Algunos,
como Babeuf
y Blanqui,
consideraban que la
igualdad social sólo podía alcanzarse por medio de la acción
violenta de una minoría que impondría una dictadura revolucionaria.
Pero la
mayoría
creía en una pacífica
transformación social
a través de la difusión de las ideas,
de la educación y del propio ejemplo.
Charles
Fourier
defendió la creación
de falansterios,
agrupaciones
comunitarias
donde la propiedad era colectiva y hombres, mujeres y niños
compartían
todas las tareas.
Étienne
Cabet diseñó
Icaria,
un país donde se
realizaba el sueño comunista de una total igualdad social,
proyecto que intentó realizar, sin
éxito,
en América
Robert
Owen
defendió la organización de
los trabajadores en cooperativas sin propietarios ni salarios, y la
llevó a la práctica en su fábrica textil
de New
Lanark
(Escocia)
hasta que las presiones del gobierno y de los empresarios le
obligaron a trasladarse a Indiana
(EEUU).
1.4.-
LA FORJA DEL SINDICALISMO.-
Con
la experiencia de su lucha y el soporte de las ideas del socialismo
utópico, los obreros sintieron la necesidad
de crear organizaciones propias,
independientes de los grupos burgueses.
Así, se fueron constituyendo agrupaciones
estables de trabajadores.
Estas sociedades empezaron a formular alternativas
a la sociedad capitalista:
cooperativismo
frente a competencia y colectivismo frente a individualismo.
Eran dos concepciones
económico-sociales contrapuestas,
por un aparte la de los trabajadores,
por otra, la de los propietarios.
El
primer
tipo
de organización obrera fueron las Sociedades
de Socorro Mutuo,
a menudo clandestinas. Actuaban como sociedades
de resistencia
y estaban, en muchas ocasiones, formadas
por antiguos
artesanos.
Ayudaban
a los trabajadores
en caso de enfermedad o paro y organizaron las primeras
huelgas gracias al cobro
de cuotas, que permitían crear cajas
de resistencia.
A pesar de las prohibiciones, la
formación de uniones locales de sociedades obreras se extendió
desde 1820.
Sus acciones, junto a las
movilizaciones
radicales, consiguieron la abolición
en Gran
Bretaña
de las Combination
Acts
(1824)
y la consolidación
del derecho de asociación.
Pronto
se planteó la necesidad
de coordinar a todos los sindicatos de un país.
Hubo diversos intentos entre los cuales destaca en Inglaterra
la creación de la Asociación
Nacional para la Protección del Trabajo (1830),
formada por asociaciones
de la construcción, textiles, metalúrgicas y mineras.
Se dotó de un semanario
The
Voice of the People
y apoyó la campaña
a favor de la reforma electoral que incorporase el sufragio
universal.
Pero no
se consiguió
ya que la
ley de reforma aprobada en 1832
no
otorgó el voto a los obreros.
El
fracaso de la acción política acabó
con la Asociación,
abrió u período de discusiones que llevaron a la formación
en 1834,
a nivel nacional, de la Great
Trade Union (GTU).
Esta organización agrupó
a la mayoría de sindicatos,
impulsó acciones reivindicativas y alentó, con la influencia de
Owen,
la creación
de cooperativas de
producción
como medio para avanzar hacia una nueva sociedad. La
reacción del gobierno
(que procedió a la detención de dirigentes), de
los empresarios
(que se negaron a dar empleo a los afiliados) y el fracaso
de las cooperativas
(muy costosas) acabó
con la GTU.
Las dificultades
para conseguir una organización que agrupase a nivel nacional los
distintos sindicatos persistían.
En
la década
de 1830,
empezó la expansión
del sindicalismo,
que culminó en Francia
con la creación de la
Unión
Obrera
(1843),
y en España
con la del primer sindicato, la Asociación
de Trabajadores de Barcelona
(1840).
1.5.-
EL CARTISMO.-
Fue
en Gran
Bretaña
donde, por primera vez, el movimiento
obrero se organizó alrededor
de un proyecto político propio: el cartismo.
En su configuración tuvo un papel importante
la experiencia de los obreros de la
Great
Trade Union.
La
persecución
a la que fueron sometidos sus miembros convenció
a los dirigentes obreros de la necesidad de participar en política
para poder cambiar las leyes y poder intervenir en las relaciones
laborales.
En
1836,
un grupo de obreros fundó la asociación Working
Men’s Association,
que elaboró la llamada Carta
del Pueblo
(1838),
inspiradora
de la acción colectiva de los trabajadores hasta 1848.
Los objetivos
del movimiento cartista eran: el sufragio
universal masculino y secreto, un sueldo para los diputados
que posibilitase a los trabajadores el ejercicio de la política y la
reunión anual del legislativo.
Para
poder presentar estas peticiones a la Cámara
de los Comunes
(Parlamento), los dirigentes idearon
una estrategia
novedosa de movilizaciones
(huelgas, concentraciones, manifestaciones,...) a fin de recoger
firmas y al mismo tiempo mostrar el respaldo social con el que
contaban. A
pesar de la represión,
se llegaron a recoger más de tres
millones de firmas
(1842).
La Carta
fue rechazada
por el Parlamento
y los cartistas
no
consiguieron imponer sus objetivos
pero obtuvieron éxitos
parciales,
al implementarse una primera reducción
de la jornada laboral a 10 horas
(1847),
y conseguir la
movilización y concienciación
de amplias capas de trabajadores.
1.6.-
LA EXPERIENCIA REVOLUCIONARIA DE 1848.-
En
1848,
el protagonismo
obrero se desplazó desde Inglaterra al continente,
donde halló, en la revolución
de París,
un punto de inflexión para el futuro del movimiento obrero. En
febrero,
los
trabajadores franceses lucharon junto a la burguesía liberal contra
las fuerzas conservadoras y tuvieron una importante participación
en la caída de la monarquía y en la implantación de la II
República francesa.
Pero sus
demandas de reformas sociales se toparon con la oposición de la
burguesía.
Los aliados
de febrero se convirtieron claramente en antagonistas en junio,
ya que el gobierno
suprimió todas las reformas sociales
y por ello se desencadenó una revuelta
popular
que fue duramente
reprimida
por el ejército.
La
experiencia del fracaso llevó a las asociaciones obreras a
plantearse si
una república burguesa podría asumir los intereses de los
trabajadores o si era necesaria una alternativa obrera autónoma.
Así se
cuestionó el sentido de la acción política y sindical, y se
abrieron las puertas a nuevos planteamientos doctrinales poniendo fin
a la actuación interclasista
desarrollada hasta entonces.
2.-
LAS GRANDES CORRIENTES IDEOLÓGICAS DEL OBRERISMO.
En
la 2ª
mitad del XIX
surgieron las bases del movimiento obrero: el marxismo
y el anarquismo.
Ambas parten
del utopismo y el radicalismo político, y la experiencia de las
luchas obreras.
2.1.-
EL MARXISMO.-
El
marxismo
toma el nombre de Karl
Marx
quien, junto a Friedrich
Engels,
a mediados
del XIX,
calificaron el primer pensamiento socialista de utópico
y elaboraron una teoría
que era un
programa de acción para cambiar la sociedad:
el socialismo
científico.
Sus palabras “los filósofos no han hecho sino interpretar el mundo
de maneras diferentes, pero de lo que se trata es de transformarlo”
evidencian esa voluntad. Su corpus doctrinal tuvo un primer referente
en el Manifiesto
Comunista,
publicado en Londres
en vísperas de la revolución de 1848.
El
análisis
de
la realidad política y social, el estudio del capitalismo y la
práctica política de
Marx,
en la organización de sociedades obreras, posibilitaron la
elaboración
de la teoría marxista.
El
marxismo
se asienta sobre tres grandes ejes:
-El
análisis
del pasado a través de la lucha de clases,
es decir, del antagonismo
entre opresores y oprimidos
considerado el motor del desarrollo histórico.
Esta
contradicción se originaba en las relaciones sociales de cada etapa
histórica:
el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo, en el que la oposición
básica se situaba entre la burguesía y los obreros industriales.
-
La
crítica
del presente en función del análisis del sistema capitalista.
Marx
explicó en El
capital
que la
explotación burguesa es condición inherente al capitalismo.
Es decir, el
trabajo del obrero genera un beneficio superior al salario que
percibe (plusvalía),
que permanece en manos del capitalista, quien reinvierte una parte en
mejorar los medios de producción y se apropia del resto.
Por
otra parte, la
voluntad de incrementar el beneficio supone una constante innovación
tecnológica
para aumentar la producción pero ello lleva a constantes crisis de
sobreproducción. De éstas crisis salen reforzadas las grandes
empresas eliminando a las más débiles.
-La
necesidad de superar este presente se asocia a un proyecto futuro, la
sociedad comunista a la que se llegaría con la toma del poder
político por los trabajadores.
Se abriría de esta forma una
situación transitoria de dictadura del proletariado para conseguir,
más tarde, la desaparición de todas las clases y construir una
sociedad igualitaria.
2.2.-
EL ANARQUISMO.-
El
anarquismo no
tiene un cuerpo doctrinario tan homogéneo
como el elaborado por Marx
y Engels.
Detrás del término anarquismo
se
agrupan toda una serie
de propuestas
que responden al pensamiento individual de sus ideólogos.
En general todas critican
la sociedad capitalista y proponen un modelo alternativo basado en la
ausencia de autoridad.
El
primer referente del anarquismo fue Pierre-Joseph
Proudhon.
Consideraba la
propiedad un robo y defendió un sistema social basado en el trabajo
autónomo y
en la expansión
del mutualismo y del cooperativismo.
Así, de forma gradual se
superaría el capitalismo,
al margen de toda organización política y de toda autoridad, y por
medio de la libre asociación de los individuos.
La difusión
y discusión de estas ideas
por activistas vinculados a las luchas reivindicativas y
revolucionarias daría fuerza al anarquismo.
En
esta trayectoria, el
ruso Mijaíl
Bakunin
desempeñó un papel decisivo. Planteó que la
revolución estaría protagonizada por todos los sectores oprimidos
de la sociedad (campesinos,
artesanos, proletariado industrial…), y sería el resultado
de la lucha espontánea de las masas contra la explotación.
Su objetivo
era la destrucción
del Estado
y la creación de una sociedad
igualitaria a partir de la libre asociación de las comunas,
que eran las unidades asociativas más pequeñas de la sociedad. Su
influencia se
extendió principalmente por
Suiza,
Italia, Bélgica y España.
Con
la base del pensamiento de estos dirigentes anarquistas se
configuraba un
ideario
libertario que proponía la anarquía como modelo de sociedad,
asentada en la libertad individual, la solidaridad social, la crítica
a la propiedad privada, la defensa de la propiedad colectiva, y la
oposición a todo tipo de organización jerárquica, a la religión,
a la política y al Estado. Los
medios
para destruir el orden burgués y llegar a esta sociedad sin clases
presentaron diferencias
importantes entre los distintos pensadores anarquistas.
3.-
LA ÉPOCA DE LA PRIMERA INTERNACIONAL (1864-1881).-
A
partir de 1850
el número
de trabajadores,
de organizaciones y de pensadores socialistas era importante.
La conciencia de ser miembros de una misma clase, por encima de
Estados y fronteras, les llevaría a la constitución de la
Asociación
Internacional de Trabajadores
(Primera Internacional).
3.1.-
LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE TRABAJADORES.-
La
Asociación
Internacional de Trabajadores
(AIT)
fue creada en Londres
(1864)
por delegados de asociaciones
obreras inglesas y francesas,
y emigrantes políticos italianos y alemanes. Posteriormente,
incorporó
sociedades
obreras de distintos países
(owenistas, cartistas…) y personalidades involucradas en la lucha
social.
Se organizó en secciones
nacionales
y tenía un Consejo
General
dirigido por Marx,
que
redactó los estatutos y el manifiesto inaugural donde se establecían
sus principios
básicos:
la
emancipación de la clase obrera debía ser obra de los trabajadores
mismos,
que conquistarían el poder político para acabar con la sociedad
burguesa e implantar el socialismo.
Los
primeros congresos de la AIT
se celebraron en Ginebra
(1866),
Lausana
(1867)
y Bruselas
(1868).
Se adoptaron acuerdos
para impulsar las movilizaciones
obreras en cada país
y se definieron unas medidas
que influyeron en las reivindicaciones obreras: reducción
de la jornada laboral, supresión del trabajo infantil, mejora de las
condiciones laborales de la mujer, desaparición del ejército
permanente, socialización de los medios de producción, y el recurso
a la huelga
como el medio más eficaz para conseguir estos objetivos.
Estos
acuerdos no impedían la existencia
de discrepancias
internas
que llevaron al enfrentamiento
abierto, desde 1869,
entre Marx
y Bakunin.
Marx
controlaba la AIT
a través del Consejo
General
y gran parte de los acuerdos de la AIT
reflejaban sus posiciones. Frente a él, Bakunin
defendía la abolición
del Estado y no su conquista,
y se mostraba hostil
a cualquier autoridad política.
Acusaba a Marx
de dictatorial y propugnaba la
autonomía de las secciones y la pérdida de poder del Consejo
General.
Las delegaciones
de los países más industrializados
(Inglaterra, Alemania) apoyaban
las ideas de
Marx
y las de los
países más agrícolas
(España, Francia, Italia) daban apoyo a las tesis
bakuninistas.
3.2.-
LA COMUNA DE PARÍS.-
A
partir de 1868,
la Internacional
vivió con preocupación la creciente
tensión
política y militar entre Francia y Alemania
e hizo un llamamiento
al movimiento obrero para que mostrara la clara oposición a la
guerra.
Pero el conflicto estalló en julio
de 1870.
Francia
fue derrotada
en la batalla
de Sedán
y el ejército alemán
llegó a las puertas de París,
lo cual
provocó el hundimiento
del imperio de Napoleón
III,
que quedó prisionero
de Bismarck.
Se formó en 1871
un gobierno
encabezado por Thiers,
de carácter conservador,
que preparó la capitulación
ante los alemanes.
Las
clases
populares
de París no aceptaron
ni el nuevo gobierno, ni sus intenciones de capitular,
y
se produjo una insurrección
popular.
El gobierno
tuvo que abandonar la ciudad y refugiarse en Versalles.
En
este contexto de vacío
de poder,
y para organizar la defensa frente a los alemanes, se
realizaron unas elecciones que llevaron a la constitución de la
Comuna
de París
(marzo-mayo
1871):
un
gobierno
popular que respondía al ideal de una república democrática y
social.
La
Comuna
organizó la resistencia
de París
y emprendió un conjunto de reformas
que se convirtieron en el referente
para el movimiento obrero y democrático:
nacionalización
de los bienes del clero, reforma de la justicia, substitución del
ejército por milicias populares, abolición de la policía, entrega
de las empresas
abandonadas a cooperativas obreras y un proyecto
de enseñanza laica y gratuita.
En
mayo, las
tropas de Versalles y los prusianos consiguieron tomar
París.
El bombardeo
sobre la ciudad se inició el 1
de mayo
y el 21
la
ocuparon
definitivamente tras una semana de lucha.
La represión
fue durísima,
con miles
de
fusilamientos, detenciones y deportaciones.
El
obrerismo
francés quedó desarticulado
y tardaría años en recuperarse.
3.3.-
CRISIS Y DISOLUCIÓN DE LA INTERNACIONAL.-
El
enfrentamiento ideológico entre Bakunin
y Marx
estaba
incubando una crisis en la AIT,
que la guerra
franco-prusiana y la derrota de la Comuna
precipitaron de forma irreversible. La participación de los
internacionalistas en la Comuna de París había sido minoritaria,
pero la
AIT,
acusada
de instigar la insurrección fue ilegalizada
en la mayoría de países y sus miembros resultaron perseguidos.
La
ruptura
entre los dos sectores se formalizó en el Congreso
de La Haya
(1872),
cuando la mayoría
(marxista)
ratificó
la decisión de proceder a la formación de partidos obreros
nacionales
como nueva forma de organización propia del proletariado. Los
bakuninistas
no aceptaron la resolución, fueron expulsados
y formaron una nueva organización: la Internacional
Antiautoritaria,
que perduró hasta 1881.
La AIT
oficial, muy debilitada, se
trasladó a Nueva York,
donde languideció hasta 1876,
año en que se
disolvió.
Se había consolidado la primera
gran
escisión
en el movimiento obrero entre marxistas
y anarquistas.
En
definitiva, aunque el número
de sus adheridos fue reducido,
la AIT
ejerció esencialmente una influencia
moral,
por su carácter de tribuna de discusión pública de ideas
sobre la emancipación de los obreros y por la elaboración de un
programa
común para todos los trabajadores. Además puso las bases
para la creación futura de los partidos socialdemócratas.
4.-
SINDICATOS DE MASAS Y PARTIDOS OBREROS (1881-1914).-
En
los años precedentes a la I
GM,
se consolidó el sindicalismo
de masas
y se crearon los partidos
socialistas.
Mientras que el anarquismo
se limitaba al ámbito mediterráneo
y perfiló un sindicalismo
revolucionario.
4.1.-
LOS AVANCES DEL SINDICALISMOS.-
El
mundo
del trabajo
experimentó importantes transformaciones
desde 1880.
El crecimiento del capitalismo
produjo un extraordinario aumento
del proletariado industrial,
que en algunos
países de la Europa occidental superó
por primera vez a
la población agraria.
La difusión del socialismo
favoreció
la constitución de un nuevo sindicalismo mucho más masivo.
Así en Inglaterra,
en los inicios del siglo XX,
había más de cuatro
millones de trabajadores adheridos a los sindicatos,
y más de dos
millones
en Alemania.
Al aumentar su capacidad
de presión,
ya que las huelgas
podían movilizar a miles
de obreros,
se fue imponiendo la
práctica de la negociación colectiva entre sindicatos y patronos,
para fijar salarios y condiciones de trabajo.
También
muchos sindicalistas empezaron
a exigir la intervención del Estado
para arbitrar los conflictos, frenar los abusos patronales y
garantizar una legislación laboral.
Como resultado
de esta presión se produjeron las primeras
legislaciones laborales:
-
Trabajo de niños y mujeres. En 1819, el gobierno británico exigió una edad mínima de nueve años para trabajar, y en Francia, en 1841, se fijó en ocho años. En 1874, el mínimo se fijó en diez años y en 1892, en doce. En la última década del siglo XIX se prohibió el trabajo nocturno femenino y se estableció un reposo obligatorio después del parto.
-
Seguros obligatorios. Alemania fue el Estado pionero en crear seguros obligatorios para los trabajadores, en caso de enfermedad, accidente, invalidez y vejez. Francia e Inglaterra establecieron legislaciones similares a principios del XX. En 1908, una ley inglesa aseguraba, por primera vez, una indemnización a los parados.
-
Jornada laboral. En gran parte de los países industrializados se estableció, a finales de siglo, la jornada de diez horas en los talleres y de ocho en las minas. Las ocho horas de trabajo diario no se alcanzaron hasta después de la I GM.
4.2.-
PARTIDOS Y SINDICATOS SOCIALISTAS.-
Recogiendo
la experiencia de la Primera
Internacional,
se empezaron a crear
partidos políticos obreros.
El
primero y más importante, que sería el punto de referencia
del socialismo europeo,
fue el Partido
Socialdemócrata Alemán
(SPD),
fundado en 1875.
De inspiración marxista, su programa de 1891,
establecía objetivos
a dos niveles.
A
largo
plazo,
el
SPD
pretendía conquistar
el poder político a través de la acción revolucionaria no violenta
para implantar una sociedad socialista.
A corto
plazo,
definió lo que serían las líneas
esenciales de la socialdemocracia
europea del siglo XX,
por medio de la lucha
política y la acción parlamentaria.
Por un lado, realizar reformas
democráticas
y sociales:
sufragio
universal
extendido a
las mujeres,
representación
proporcional,
igualdad
de derechos,
tributaciones
directas
y sanidad
y educación públicas.
Por otro, mejorar
las condiciones de la clase obrera:
reducción
de las jornadas laborales, mejoras salariales, prohibición del
trabajo infantil,
seguros
sociales,
etc. En 1912,
el SPD
obtuvo más
de cuatro millones de votos
(un 34,8
%)
y 110
escaños,
y se convirtió en la primera
fuerza en el parlamento alemán.
Con casi un millón
de militantes
(1914)
era la fuerza más importante y el modelo de referencia de
los otros partidos obreros.
El
SPD
potenció la creación
de sindicatos nacionales,
con profesionalización
de sus dirigentes,
que consolidaron la práctica de las negociaciones
colectivas
entre empresarios y obreros, y recurrieron a la
huelga como medio de presión.
Se establecía así una
clara distribución de las funciones entre el partido,
que concentraba
los objetivos políticos,
y el sindicato,
dedicado a la acción
reivindicativa y subordinado a la estrategia política del partido.
Así, en Alemania,
surgió la Unión
General de Sindicatos Alemanes,
y con similares características se creó la Unión
General de Trabajadores
(UGT,
1888)
en España.
En
Inglaterra,
el punto
de partida
no
fue el partido político sino los
sindicatos,
los cuales tras una larga experiencia de lucha, se
habían consolidado
a nivel nacional
(Trade Unions Council),
con tres
millones
de afiliados a finales
del XIX.
Las aspiraciones de reformas políticas eran canalizadas a través de
los liberales
(whigs). Pero hacia 1900,
algunos círculos
sindicales empezaron a plantearse la necesidad
de crear una organización política propia.
De esta iniciativa surgió el Partido
Laborista
(1905),
que se consolidó en 1906
al obtener casi 30
escaños
en la Cámara
de los Comunes
y que, en 1918,
optó por una clara orientación
socialista.
4.3.-
LOS CAMINOS DEL SOCIALISMO.-
El
desarrollo del socialismo estuvo acompañado, a
partir
de 1890,
de una polémica
cada vez más intensa que llegó
a afectar al conjunto del movimiento
y que surgió en el seno del Partido
Socialdemócrata Alemán.
Por un lado, su
propio crecimiento,
que se acompañó de la expansión hacia sectores de las clases
medias,
favoreció el predominio
de la práctica parlamentaria
en detrimento de la acción revolucionaria.
La
obtención
de reformas
inmediatas adquiría cada vez mayor relevancia y se
convirtió en una meta
en sí misma. Por otro lado, el
fuerte crecimiento económico
que se inició en aquella década parecía
alejar
la perspectiva de la crisis del capitalismo y eliminar el horizonte
de la revolución.
Esta
situación alimentó el
revisionismo
de los postulados de Karl
Marx,
cuyo principal impulsor fue el alemán Eduard
Bernstein.
En primer lugar,
cuestionó
el análisis del capitalismo realizado
por Marx
y constató que
la riqueza, lejos de concentrarse en pocas manos, se iba extendiendo
y un sector de los obreros había mejorado sus condiciones de vida.
En segundo lugar, Bernstein
sostenía que la
participación política de la clase obrera había conllevado unas
reformas sociales
que iban transformando
la sociedad y también la democratizaban.
En consecuencia, apostaba
por la vía parlamentaria
para
llegar de manera gradual al socialismo,
lo que chocaba con la vocación revolucionaria de otros sectores
socialistas.
Pero
la posición de Bernstein
tuvo un
apoyo
minoritario.
El sector
mayoritario
alemán, representado por Karl
Kautsky,
mantenía una retórica
revolucionaria pero atendía de forma preferente las prácticas
reformistas.
Otros como Rosa
Luxemburg
defendían que sólo se podía llegar
al socialismo a través de la revolución proletaria.
Fuera de Alemania,
el ruso
Vladímir
Ilich Lenin
fue
la personalidad más relevante de esta
tendencia izquierdista y encabezó la escisión bolchevique
(1903)
que protagonizaría la Revolución
soviética
de 1917.
En
Francia,
el socialismo aparecía dividido
después de la Comuna
y de la posterior represión. Jules
Guesde
representa la ortodoxia
revolucionaria,
contraria
a toda alianza política con la burguesía.
Frente a él, Jean
Jaurès
impulsó una radical síntesis
entre democracia y socialismo,
apostando por la colaboración
con las fuerzas progresistas,
e incluso por la participación en el gobierno.
Estos dirigentes representaban
los dos partidos socialistas
que se unificarían
en 1905,
formando la Sección
Francesa de la Internacional Obrera
(SFIO).
En
Italia
y
España,
la expansión
del socialismo se vio dificultada por la importante presencia del
anarquismo.
En España,
el
Partido
Socialista Obrero Español
(PSOE), fundado en 1879,
mantuvo una radical
posición de clase,
contraria
a la colaboración con la burguesía y estrechamente vinculada a la
UGT.
En Italia
se dio una cierta coexistencia
entre anarquistas y socialistas
hasta que se formó el partido
socialista
(1892).
Finalmente, en Austria,
el socialismo se mantuvo en la ortodoxia
marxista,
pero tuvo que enfrentarse a las tensiones
nacionales
que aparecían entre checos
y austriacos,
tanto dentro del partido como en los sindicatos, lo que situó la
cuestión de las nacionalidades
en el centro del debate.
4.4.-
LAS PRÁCTICAS DEL ANARQUISMO.-
En
el anarquismo,
que arraigó
principalmente en España,
Italia
y Francia,
también se perfilaron caminos diversos. En el Congreso
de Londres
(1881)
se aprobó el uso
de la violencia individual
para divulgar
el ideario anarquista
e inducir a
las masas a la revolución.
La
práctica de la propaganda por el hecho,
más allá de la oral y la escrita,
suponía
atentados contra los representantes del Estado, de la Iglesia y de la
burguesía,
considerados responsables de la miseria de los trabajadores. La
represión,
el aislamiento y la impotencia ante una burguesía cada vez más
poderosa explicarían unos actos terroristas
que comportaron el asesinato,
entre otros, de la emperatriz
de Austria
(1889)
y de los presidentes
de la República Francesa (1894),
del Consejo
de Ministros de España
(1897)
y de EEUU
(1901).
Vinculados
o no a actos terroristas, la
corriente
más radical
del anarquismo, el anarcocomunismo,
tuvo sus principales representantes en Piotr
Kropotkin
y Enrico
Malatesta.
Desde una perspectiva de enaltecimiento
de la conducta individual,
se
oponían a la formación
de sindicatos y
defendían una
sociedad sin clases y la propiedad colectiva de los medios de
producción
y de los bienes de consumo.
Hombres y mujeres agrupados en comunas
autosuficientes
atenderían sus necesidades mediante
el trabajo voluntario y la ayuda mutua.
Se oponían al llamado darwinismo
social,
que sancionaba
el dominio de los más fuertes,
y defendían
el valor de la libertad, la igualdad y la ausencia de jerarquías.
Defendían
la educación como factor decisivo para el cambio social, el
antimilitarismo, el anticlericalismo y los ideales
internacionalistas.
Anarcosindicalismo
Finalmente,
tendencias
contrarias a la práctica terrorista
y al individualismo
y partidarias
de la acción colectiva
fueron configurando una corriente sindicalista que perseguía
el objetivo de una sociedad sin clases,
con la
lucha reivindicativa entendida como un enfrentamiento
directo con los propietarios.
En
Francia,
esta corriente se
vinculó al sindicalismo socialista
y dio origen al anarcosindicalismo.
En la Carta
de Amiens
(1906)
se definió
el sindicalismo revolucionario, autónomo de los partidos políticos,
basado en la acción
directa de los obreros frente a los patronos y en la huelga general
como instrumento revolucionario de cambio social. En esta línea cabe
situar a la Confederación
General del Trabajo
(CGT)
en Francia,
que sirvió
de referente al sindicalismo italiano
y la
Confederación
Nacional del Trabajo (CNT,
1910),
en España.
5.-
LA SEGUNDA INTERNACIONAL.- (no)
5.1.-
FUNDACIÓN Y OBJETIVOS.-
La
segunda Internacional se fundó en París
durante los actos conmemorativos del centenario
de la Revolución Francesa
(1889).
Se configuró como una organización
homogénea
ideológicamente ya que sólo incorporó partidos
socialistas.
Se perfiló como una confederación
de partidos nacionales autónomos,
sin
un
Consejo
General
que centralizase la acción, a diferencia de la AIT.
En 1900
se creó un Buró
Socialista Internacional,
con sede en Bruselas,
para dar continuidad
a los trabajos
que debían realizarse en el transcurso de los tres años entre los
congresos,
y en los que se
fijaban los objetivos y actuaciones del movimiento socialista
internacional
tanto a nivel doctrinal como pragmático.
Las
resoluciones adoptadas en el Congreso
fundacional reclamaban Leyes
para la protección de los trabajadores, la jornada laboral de 8
horas y la abolición del trabajo infantil.
Condenaron
la guerra,
a la que consideraban consecuencia
del orden capitalista,
y llamaron a los trabajadores
a afiliarse a partidos socialistas.
A partir de aquí, la Internacional
estableció una serie de principios
que se mantendrían a lo largo del siglo: la extensión
de la democracia, la evolución pacífica hacia la toma del poder
político, la regulación del mercado laboral, el fin de la
discriminación sexual y de las demás desigualdades.
La
Segunda
Internacional
creó algunos de los símbolos
del movimiento obrero como el himno
y la celebración del 1º
de mayo,
Día de los Trabajadores, en recuerdo de los obreros
detenidos y ajusticiados en Chicago en 1886.
La también llamada Internacional
Socialista
agrupaba a millones de trabajadores y su debates tuvieron una notable
repercusión. Impulsó
una gran diversidad de organismos,
entre los que cabe destacar la Conferencia
Internacional de Mujeres Socialistas
(1907),
reflejo de su influencia en el incipiente movimiento feminista, o la
Federación
Internacional de la Juventud Socialista.
5.2.-
LOS GRANDES DEBATES.-(NO)
La
Internacional
fue el gran foro
de debate
de los problemas que afectaban al movimiento socialista, sobre todo
desde 1900
(Congreso
de París).
En primer lugar, el revisionismo
fue condenado y la presencia socialista en gobiernos burgueses sólo
se admitió en caso de extrema necesidad.
Se reafirmó
la lucha de clases como base de la acción política y social.
Sin embargo, ello no
acabó con la confrontación
entre las posiciones que defendían las prácticas reformistas y las
que priorizaban la consecución del objetivo final.
El
colonialismo
configuró un segundo gran espacio de debate.
Un
sector lo denunciaba como una forma más de la explotación
capitalista y defendía la obligación de combatirlo y potenciar en
las colonias la revolución socialista.
Logró imponer
sus posiciones en el
Congreso
de Stuttgart.
Pero otro
grupo
se limitaba a criticar
la barbarie de los colonizadores sin cuestionar el sistema,
y hasta defendía
la colonización como factor positivo de civilización.
Finalmente,
ante la espiral belicista se
rechazó la guerra en los
congresos
de Copenhague
(1910)
y Basilea
(1912).
Considerada
un producto del enfrentamiento entre los Estados capitalistas,
se debía impedir, y si a pesar de todo estallaba, se debería frenar
con la huelga general o la movilización revolucionaria.
Ahora bien, cuando se inició la Primera
Guerra Mundial
(1914)
la mayoría
de los partidos socialistas sucumbieron a la oleada nacionalista y
abandonaron los postulados pacifistas y revolucionarios.
La euforia patriótica les llevó a v votar los créditos de guerra y
a ponerse al lado de los respectivos gobiernos en lo que se llamó
“la
unión sagrada” de socialistas y los burgueses
frente al enemigo de la nación.
5.3.-
CRISIS Y DIVISIÓN DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA.-
Las
divergencias anteriores cristalizaron en dos
concepciones opuestas
sobre lo debía ser el movimiento socialista: revolucionario
o reformista
según expresión de Rosa
Luxemburg.
Esta dualidad se
agravó
con el estallido
de la IGM.
Dentro de los partidos se forjaron tres
grandes grupos,
cuyo enfrentamiento culminaría en escisiones.
Por una parte están los patriotas,
partidarios
de la guerra
al asumir los criterios de defensa nacional preconizada por los
partidos burgueses; por otra, los pacifistas
moderados, contrarios
a la guerra
y que defendían la neutralidad;
y finalmente, los revolucionarios
que, como Rosa
Luxemburg,
Lenin
o Antonio
Gramsci,
pretendían la conversión
de la guerra en revolución proletaria.
Las
tesis revolucionarias fueron materializadas
por los bolcheviques dirigidos por Lenin,
que conquistaron
el poder
en Rusia,
en 1917.
Entonces se
rompió definitivamente la unidad
del movimiento socialista. La Revolución
rusa
se convirtió en el nuevo
punto de referencia que obligó a las diversas tendencias socialistas
a tomar posición.
Se formalizaba así la escisión
comunista y la decisión soviética de organizar una nueva
Internacional
(el Komintern)
incidió en todos los grupos socialistas. La Internacional
Socialistas
tal como había existido hasta 1914
había recibido el tiro
de gracia
y, a partir de entonces, su reconstitución se debería abordar sobre
bases distintas.
COMENTARIO TEXTO
COMENTARIO TEXTO
Ludismo
«En la tarde del viernes, alrededor de las cuatro,
un numeroso grupo de revoltosos atacó la fábrica
de tejidos pertenecientes a los señores Wroe y
Duncroft, en West Houghton (...), y, encontrándola
desprotegida, pronto se apoderaron de ella. Inmediatamente
la incendiaron y todo el edificio con su valiosa maquinaria,
tejidos, etc., fue completamente destruido. Los daños
ocasionados son inmensos, habiendo costado la fábrica
sola 6.000 libras. La razón aducida para justificar
este acto horrible es, como en Middleton, el "tejido
a vapor". A causa de este espantoso suceso, dos respetables
familias han sufrido un daño grave e irreparable
y un gran número de pobres han quedado sin empleo.
Los revoltosos parecen dirigir su venganza contra toda
clase de adelantos en las maquinarias. ¡Cuán
errados están! ¿Qué habría
sido de este país sin tales adelantos?»
Annual Register, 26 de abril de 1812.
Annual Register, 26 de abril de 1812.
II Internacional
«Las guerras entre estados capitalistas
son, en general, las consecuencias de su concurrencia
en el mercado mundial (...). Si una guerra amenaza estallar,
es un deber de la clase obrera de los países afectados
hacer todos los esfuerzos para impedirla por todos los
medios que les parezcan los más apropiados y que
varían naturalmente según el estado de la
lucha de clases y la situación política
en general.»
Resolución del Congreso de la II Internacional.
Stuttgart, 1907.
Marx y Engels. Manifiesto
comunista
Marx. La lucha de clases en Francia
Charles Dickens. Tiempos difíciles
"La industria moderna ha transformado
el pequeño taller del maestro patriarcal en la
gran fábrica del capitalista industrial. Masas
de obreros, hacinados en la fábrica, están
organizados en forma militar. (...)
Pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado; unos, porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve despreciada ante nuevos métodos de producción. (...)
En esta etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y disgregada por la competencia."
Pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado; unos, porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve despreciada ante nuevos métodos de producción. (...)
En esta etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y disgregada por la competencia."
Marx y Engels. Manifiesto comunista.
Marx. La lucha de clases en Francia
"(..) La dictadura de clase del
proletariado como punto de transición necesario
para llegar a la supresión de las diferencias de
clase, a la supresión de todo el régimen
de producción sobre el cual reposan éstas,
a la supresión de todas las relaciones sociales
que corresponden a este régimen de producción,
al trastocamiento de todas las ideas que emanan de estas
relaciones sociales."
Marx. La lucha de clases en Francia.
M. Bakunin. Los fundamentos
económicos y sociales del anarquismo
Nuestro programa socialista exige y debe exigir irrenunciablemente:
1. La igualdad política, económica y social
de todas las clases y todos los pueblos de la tierra.
2. La abolición de la propiedad hereditaria.
3. La apropiación de la tierra por las asociaciones agrícolas, y del capital y de todos los medios de producción por las asociaciones industriales.
4. La abolición del ordenamiento jurídico de la familia patriarcal, basado exclusivamente en el derecho a heredar la propiedad, así como la equiparación de los derechos políticos, económicos y sociales del hombre y de la mujer.
5. La crianza y educación de los niños de ambos sexos hasta su mayoría de edad, entendiéndose que la formación científica y técnica, en la que se incluyen los niveles más altos de formación, será igual y obligatoria para todos. La escuela reemplazará a la iglesia y hará innecesarios los códigos penales, los policías, los castigos, la prisión y los verdugos.
2. La abolición de la propiedad hereditaria.
3. La apropiación de la tierra por las asociaciones agrícolas, y del capital y de todos los medios de producción por las asociaciones industriales.
4. La abolición del ordenamiento jurídico de la familia patriarcal, basado exclusivamente en el derecho a heredar la propiedad, así como la equiparación de los derechos políticos, económicos y sociales del hombre y de la mujer.
5. La crianza y educación de los niños de ambos sexos hasta su mayoría de edad, entendiéndose que la formación científica y técnica, en la que se incluyen los niveles más altos de formación, será igual y obligatoria para todos. La escuela reemplazará a la iglesia y hará innecesarios los códigos penales, los policías, los castigos, la prisión y los verdugos.
M. Bakunin. Los fundamentos económicos
y sociales del anarquismo.
M. A. Bakunin./ Contra
Marx. Oposición a la idea de dictadura del proletariado
"(...) Pienso que la
igualdad debe establecerse en el mundo mediante la organización
espontánea del trabajo y de la propiedad colectiva de las
asociaciones productoras libremente organizadas... y no mediante la
acción suprema y tutelar del Estado.
Ese es el punto que divide principalmente a los socialistas o colectivistas revolucionarios de los comunistas autoritarios, partidarios de la iniciativa absoluta del Estado.
(...) Ellos afirman que solamente la dictadura -la de ellos, evidentemente- puede crear la voluntad del pueblo. Nosotros les respondemos: ninguna dictadura puede tener otro objeto que el de perpetuarse; ninguna dictadura podría engendrar y desarrollar en el pueblo que la soporta otra cosa que la esclavitud. La libertad sólo puede ser creada por la libertad."
M. A. Bakunin./ Contra Marx. Oposición a la idea de dictadura del proletariado.
Ese es el punto que divide principalmente a los socialistas o colectivistas revolucionarios de los comunistas autoritarios, partidarios de la iniciativa absoluta del Estado.
(...) Ellos afirman que solamente la dictadura -la de ellos, evidentemente- puede crear la voluntad del pueblo. Nosotros les respondemos: ninguna dictadura puede tener otro objeto que el de perpetuarse; ninguna dictadura podría engendrar y desarrollar en el pueblo que la soporta otra cosa que la esclavitud. La libertad sólo puede ser creada por la libertad."
M. A. Bakunin./ Contra Marx. Oposición a la idea de dictadura del proletariado.
Rosa Luxemburg. Reforma
o revolución. 1899
“La teoría oportunista en
el Partido, la teoría formulada por Bernstein,
no es más que un intento inconsciente para asegurar
el predominio de los elementos pequeñoburgueses
que han ingresado en nuestro Partido para cambiar la política
y los fines de éste en su provecho. El problema
de reforma o revolución, esta última, meta
final de nuestro movimiento, es, básicamente, en
otras palabras, el problema del carácter pequeñoburgués
o proletario del movimiento obrero.
Según Bernstein, la decadencia general del capitalismo parece cada vez más improbable porque, por una parte, el capitalismo muestra una mayor capacidad de adaptación, y por la otra, la producción capitalista se hace más y más variada...
De esta afirmación teórica se deriva la siguiente conclusión general acerca del trabajo práctico de la socialdemocracia. Ésta no debe dirigir su actividad diaria hacia la conquista del poder político, sino hacia el mejoramiento de la condición de la clase trabajadora dentro del orden existente.
La base científica del socialismo descansa, como bien se sabe, en tres hechos principales del desarrollo del capitalismo. Primero, en la creciente anarquía de la economía capitalista, que la lleva inevitablemente a su ruina. Segundo, en la progresiva socialización del proceso de producción, que crea gérmenes del futuro orden social. Y, tercero en la creciente organización y conciencia de la clase proletaria, que constituye el factor activo de la futura revolución. Bernstein desecha el primero de los tres soportes fundamentales del socialismo científico. Afirma que el desarrollo capitalista no conduce a un colapso económico general.”
Según Bernstein, la decadencia general del capitalismo parece cada vez más improbable porque, por una parte, el capitalismo muestra una mayor capacidad de adaptación, y por la otra, la producción capitalista se hace más y más variada...
De esta afirmación teórica se deriva la siguiente conclusión general acerca del trabajo práctico de la socialdemocracia. Ésta no debe dirigir su actividad diaria hacia la conquista del poder político, sino hacia el mejoramiento de la condición de la clase trabajadora dentro del orden existente.
La base científica del socialismo descansa, como bien se sabe, en tres hechos principales del desarrollo del capitalismo. Primero, en la creciente anarquía de la economía capitalista, que la lleva inevitablemente a su ruina. Segundo, en la progresiva socialización del proceso de producción, que crea gérmenes del futuro orden social. Y, tercero en la creciente organización y conciencia de la clase proletaria, que constituye el factor activo de la futura revolución. Bernstein desecha el primero de los tres soportes fundamentales del socialismo científico. Afirma que el desarrollo capitalista no conduce a un colapso económico general.”
Rosa Luxemburg. Reforma o revolución.
1899.
Charles Dickens. Tiempos difíciles
“Era una ciudad de ladrillos colorados,
o más bien de ladrillos que habrían sido
colorados, si el humo y las cenizas lo hubiesen permitido;
pero tal como estaba, era una ciudad de un rojo y de un
negro poco natural, como el pintado rostro de un salvaje.
Era una ciudad de máquinas y de altas chimeneas,
de donde salían sin descanso interminables serpientes
de humareda, que se deslizaban por la atmósfera
sin desenroscarse nunca del todo. Tenían un canal
obscuro y un arroyo que llevaba un agua enturbiada por
un jugo fétido, y existían vastas construcciones,
agujereadas por ventanas, que resonaban y retemblaban
todo el santo día, mientras el pistón de
las máquinas de vapor subía y bajaba monótonamente,
como la cabeza de un elefante enfermo de melancolía.
Contaba la ciudad de varias calles grandes, que se parecían
entre sí, y de infinitas callejuelas aún
más parecidas unas a otras, habitadas por gentes
que se parecían igualmente, que entraban y salían
a las mismas horas, que pisaban de igual modo, que iban
a hacer el mismo trabajo, y para quienes cada día
era idéntico al anterior y al de después,
y cada año el vivo reflejo del que le había
precedido y del que iba a seguirle”.
Charles Dickens. Tiempos difíciles.
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