TEMA 4: Unidad 4. El movimiento obrero (1789-1914)

Unidad 4. El movimiento obrero (1789-1914)





1.- EL MOVIMIENTO OBRERO: DE LOS INICIOS HASTA 1848.



A lo largo del XIX, los gobiernos ignoraron la penosa situación de los trabajadores. Siendo los obreros los que construyeron sus organizaciones y reivindicaron las primeras medidas.



1.1.- DE ARTESANOS A PROLETARIOS.-



1.1.- DE ARTESANOS A PROLETARIOS.-

Desde mediados del XVIII fueron cambiando, sobre todo en Inglaterra, las condiciones de trabajo. Al implantarse la libertad de producción, que permitió la creación de nuevas manufacturas al margen de toda reglamentación gremial, los antiguos artesanos perdieron todos sus privilegios. Los propietarios fijaban las condiciones de la producción y de contratación laboral.

Los trabajadores de las nuevas manufacturas eran campesinos que habían emigrado a la ciudad para conseguir trabajo, y también, población urbana, en especial artesanos arruinados porque no podían competir con la introducción de las nuevas máquinas. Se transformaron en proletarios que, carentes de toda propiedad salvo de su prole, necesitaban trabajo y eran contratados por el propietario del taller o la fábrica para cumplir la jornada laboral a cambio de un salario.

El trabajo asalariado fue configurando una nueva clase obrera que se consolidaría sobre todo a partir de 1820, al iniciarse la era de la fábrica. Las fábricas, locales mayores que los talleres y con máquinas más potentes movidas con la energía del vapor o la hidráulica, afianzaron un nuevo orden laboral: jornadas de hasta 15 horas, un ritmo de trabajo constante y sin descanso también aplicado a mujeres y niños, una dura disciplina y unos salarios bajísimos. Además, en un primer momento, el proceso de mecanización condujo al paro a amplios sectores de trabajadores manuales, como los tejedores ingleses. De las 800.000 personas que en el año 1800 trabajaban en telares manuales de Inglaterra, en el año 1834 sólo quedaban 200.000.

El desempleo, los bajos salarios, las jornadas agotadoras y la dura disciplina laboral generaron una creciente conflictividad. Los trabajadores se hicieron muy pronto conscientes de la explotación a la que eran sometidos.



1.2.- LOS PRIMEROS CONFLICTOS Y EL LUDISMO.-

En un primer momento, los cambios en el mundo del trabajo provocaron conflictos aislados e incluso motines. Empezaron a surgir asociaciones de trabajadores formadas sobre todo por oficiales artesanos en vías de proletarización. Primero se organizaron los trabajadores de un mismo oficio y a nivel local; posteriormente se fueron uniendo localidades diversas y distintos oficios. Ante la formación de sociedades obreras y las acciones colectivas, la intervención gubernamental adquirió un carácter represivo. Las asociaciones obreras acabaron siendo prohibidas tanto en Francia (Ley de Le Chapelier, 1791) como en Inglaterra (Combination Acts, 1799-1800).

En paralelo se desarrollaban movimientos radicales, herederos de la Revolución francesa, que propugnaban reformas democráticas y reclamaban derechos y libertades. En las ciudades inglesas se impulsaron movilizaciones, marchas y concentraciones en las que participaron los trabajadores, a favor de la reforma política y la abolición de las leyes antiasociativas.

En este contexto, cerca de Nottingham, el ejército reprimió en 1811 con violencia una manifestación de trabajadores que se quejaban de la anchura de los nuevos telares para la fabricación de medias, que les obligaba a trabajar más por el mismo salario. Por la noche, y como protesta, fueron incendiados más de 60 telares. La destrucción se asoció a un dirigente, el capitán Ned Ludd, que pronto adquirió una dimensión mítica. Su nombre fue utilizado para firmar las cartas de amenaza a los propietarios de máquinas. Los luditas consideraban que las máquinas agredían los intereses de los trabajadores porque provocaban el paro y la disminución de los salarios. Con sus acciones, los luditas pretendían forzar a los patronos a negociar las condiciones de trabajo.

El ludismo se extendió a las regiones industrializadas de Inglaterra y en el continente europeo, desde la Bretaña hasta Alcoy (1820) y Barcelona (1835). Fue objeto de persecución gubernamental (en 1813 fueron ejecutados 18 luditas) y entró en declive a partir de 1817, si bien en la década de 1830 se reactivó en el campo inglés con ataques a las máquinas trilladoras.



1.3.- EL SOCIALISMO UTÓPICO.-

Frente a la emergente sociedad capitalista, producto de la Revolución Industrial, se alzaron voces críticas que se denunciaban las injusticias del nuevo sistema y que idearon otras formas de organizar la sociedad. Fueron propuestas innovadoras que, durante la primera mitad del XIX, configuraron lo que se denominaría el socialismo utópico. Los modelos sociales que propugnaban y los medios para llevarlos a cabo presentaban diferencias.

Algunos, como Babeuf y Blanqui, consideraban que la igualdad social sólo podía alcanzarse por medio de la acción violenta de una minoría que impondría una dictadura revolucionaria. Pero la mayoría creía en una pacífica transformación social a través de la difusión de las ideas, de la educación y del propio ejemplo.

Charles Fourier defendió la creación de falansterios, agrupaciones comunitarias donde la propiedad era colectiva y hombres, mujeres y niños compartían todas las tareas. Étienne Cabet diseñó Icaria, un país donde se realizaba el sueño comunista de una total igualdad social, proyecto que intentó realizar, sin éxito, en América Robert Owen defendió la organización de los trabajadores en cooperativas sin propietarios ni salarios, y la llevó a la práctica en su fábrica textil de New Lanark (Escocia) hasta que las presiones del gobierno y de los empresarios le obligaron a trasladarse a Indiana (EEUU).

1.4.- LA FORJA DEL SINDICALISMO.-

Con la experiencia de su lucha y el soporte de las ideas del socialismo utópico, los obreros sintieron la necesidad de crear organizaciones propias, independientes de los grupos burgueses. Así, se fueron constituyendo agrupaciones estables de trabajadores. Estas sociedades empezaron a formular alternativas a la sociedad capitalista: cooperativismo frente a competencia y colectivismo frente a individualismo. Eran dos concepciones económico-sociales contrapuestas, por un aparte la de los trabajadores, por otra, la de los propietarios.

El primer tipo de organización obrera fueron las Sociedades de Socorro Mutuo, a menudo clandestinas. Actuaban como sociedades de resistencia y estaban, en muchas ocasiones, formadas por antiguos artesanos. Ayudaban a los trabajadores en caso de enfermedad o paro y organizaron las primeras huelgas gracias al cobro de cuotas, que permitían crear cajas de resistencia. A pesar de las prohibiciones, la formación de uniones locales de sociedades obreras se extendió desde 1820. Sus acciones, junto a las movilizaciones radicales, consiguieron la abolición en Gran Bretaña de las Combination Acts (1824) y la consolidación del derecho de asociación.

Pronto se planteó la necesidad de coordinar a todos los sindicatos de un país. Hubo diversos intentos entre los cuales destaca en Inglaterra la creación de la Asociación Nacional para la Protección del Trabajo (1830), formada por asociaciones de la construcción, textiles, metalúrgicas y mineras. Se dotó de un semanario The Voice of the People y apoyó la campaña a favor de la reforma electoral que incorporase el sufragio universal. Pero no se consiguió ya que la ley de reforma aprobada en 1832 no otorgó el voto a los obreros.

El fracaso de la acción política acabó con la Asociación, abrió u período de discusiones que llevaron a la formación en 1834, a nivel nacional, de la Great Trade Union (GTU). Esta organización agrupó a la mayoría de sindicatos, impulsó acciones reivindicativas y alentó, con la influencia de Owen, la creación de cooperativas de producción como medio para avanzar hacia una nueva sociedad. La reacción del gobierno (que procedió a la detención de dirigentes), de los empresarios (que se negaron a dar empleo a los afiliados) y el fracaso de las cooperativas (muy costosas) acabó con la GTU. Las dificultades para conseguir una organización que agrupase a nivel nacional los distintos sindicatos persistían.

En la década de 1830, empezó la expansión del sindicalismo, que culminó en Francia con la creación de la Unión Obrera (1843), y en España con la del primer sindicato, la Asociación de Trabajadores de Barcelona (1840).



1.5.- EL CARTISMO.-

Fue en Gran Bretaña donde, por primera vez, el movimiento obrero se organizó alrededor de un proyecto político propio: el cartismo. En su configuración tuvo un papel importante la experiencia de los obreros de la Great Trade Union. La persecución a la que fueron sometidos sus miembros convenció a los dirigentes obreros de la necesidad de participar en política para poder cambiar las leyes y poder intervenir en las relaciones laborales.

En 1836, un grupo de obreros fundó la asociación Working Men’s Association, que elaboró la llamada Carta del Pueblo (1838), inspiradora de la acción colectiva de los trabajadores hasta 1848. Los objetivos del movimiento cartista eran: el sufragio universal masculino y secreto, un sueldo para los diputados que posibilitase a los trabajadores el ejercicio de la política y la reunión anual del legislativo.

Para poder presentar estas peticiones a la Cámara de los Comunes (Parlamento), los dirigentes idearon una estrategia novedosa de movilizaciones (huelgas, concentraciones, manifestaciones,...) a fin de recoger firmas y al mismo tiempo mostrar el respaldo social con el que contaban. A pesar de la represión, se llegaron a recoger más de tres millones de firmas (1842). La Carta fue rechazada por el Parlamento y los cartistas no consiguieron imponer sus objetivos pero obtuvieron éxitos parciales, al implementarse una primera reducción de la jornada laboral a 10 horas (1847), y conseguir la movilización y concienciación de amplias capas de trabajadores.



1.6.- LA EXPERIENCIA REVOLUCIONARIA DE 1848.-

En 1848, el protagonismo obrero se desplazó desde Inglaterra al continente, donde halló, en la revolución de París, un punto de inflexión para el futuro del movimiento obrero. En febrero, los trabajadores franceses lucharon junto a la burguesía liberal contra las fuerzas conservadoras y tuvieron una importante participación en la caída de la monarquía y en la implantación de la II República francesa. Pero sus demandas de reformas sociales se toparon con la oposición de la burguesía. Los aliados de febrero se convirtieron claramente en antagonistas en junio, ya que el gobierno suprimió todas las reformas sociales y por ello se desencadenó una revuelta popular que fue duramente reprimida por el ejército.

La experiencia del fracaso llevó a las asociaciones obreras a plantearse si una república burguesa podría asumir los intereses de los trabajadores o si era necesaria una alternativa obrera autónoma. Así se cuestionó el sentido de la acción política y sindical, y se abrieron las puertas a nuevos planteamientos doctrinales poniendo fin a la actuación interclasista desarrollada hasta entonces.







2.- LAS GRANDES CORRIENTES IDEOLÓGICAS DEL OBRERISMO.



En la 2ª mitad del XIX surgieron las bases del movimiento obrero: el marxismo y el anarquismo. Ambas parten del utopismo y el radicalismo político, y la experiencia de las luchas obreras.



2.1.- EL MARXISMO.-

El marxismo toma el nombre de Karl Marx quien, junto a Friedrich Engels, a mediados del XIX, calificaron el primer pensamiento socialista de utópico y elaboraron una teoría que era un programa de acción para cambiar la sociedad: el socialismo científico. Sus palabras “los filósofos no han hecho sino interpretar el mundo de maneras diferentes, pero de lo que se trata es de transformarlo” evidencian esa voluntad. Su corpus doctrinal tuvo un primer referente en el Manifiesto Comunista, publicado en Londres en vísperas de la revolución de 1848.

El análisis de la realidad política y social, el estudio del capitalismo y la práctica política de Marx, en la organización de sociedades obreras, posibilitaron la elaboración de la teoría marxista.

El marxismo se asienta sobre tres grandes ejes:

-El análisis del pasado a través de la lucha de clases, es decir, del antagonismo entre opresores y oprimidos considerado el motor del desarrollo histórico. Esta contradicción se originaba en las relaciones sociales de cada etapa histórica: el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo, en el que la oposición básica se situaba entre la burguesía y los obreros industriales.

- La crítica del presente en función del análisis del sistema capitalista. Marx explicó en El capital que la explotación burguesa es condición inherente al capitalismo. Es decir, el trabajo del obrero genera un beneficio superior al salario que percibe (plusvalía), que permanece en manos del capitalista, quien reinvierte una parte en mejorar los medios de producción y se apropia del resto.

Por otra parte, la voluntad de incrementar el beneficio supone una constante innovación tecnológica para aumentar la producción pero ello lleva a constantes crisis de sobreproducción. De éstas crisis salen reforzadas las grandes empresas eliminando a las más débiles.

-La necesidad de superar este presente se asocia a un proyecto futuro, la sociedad comunista a la que se llegaría con la toma del poder político por los trabajadores. Se abriría de esta forma una situación transitoria de dictadura del proletariado para conseguir, más tarde, la desaparición de todas las clases y construir una sociedad igualitaria.



2.2.- EL ANARQUISMO.-

El anarquismo no tiene un cuerpo doctrinario tan homogéneo como el elaborado por Marx y Engels. Detrás del término anarquismo se agrupan toda una serie de propuestas que responden al pensamiento individual de sus ideólogos. En general todas critican la sociedad capitalista y proponen un modelo alternativo basado en la ausencia de autoridad.

El primer referente del anarquismo fue Pierre-Joseph Proudhon. Consideraba la propiedad un robo y defendió un sistema social basado en el trabajo autónomo y en la expansión del mutualismo y del cooperativismo. Así, de forma gradual se superaría el capitalismo, al margen de toda organización política y de toda autoridad, y por medio de la libre asociación de los individuos. La difusión y discusión de estas ideas por activistas vinculados a las luchas reivindicativas y revolucionarias daría fuerza al anarquismo.

En esta trayectoria, el ruso Mijaíl Bakunin desempeñó un papel decisivo. Planteó que la revolución estaría protagonizada por todos los sectores oprimidos de la sociedad (campesinos, artesanos, proletariado industrial…), y sería el resultado de la lucha espontánea de las masas contra la explotación. Su objetivo era la destrucción del Estado y la creación de una sociedad igualitaria a partir de la libre asociación de las comunas, que eran las unidades asociativas más pequeñas de la sociedad. Su influencia se extendió principalmente por Suiza, Italia, Bélgica y España.

Con la base del pensamiento de estos dirigentes anarquistas se configuraba un ideario libertario que proponía la anarquía como modelo de sociedad, asentada en la libertad individual, la solidaridad social, la crítica a la propiedad privada, la defensa de la propiedad colectiva, y la oposición a todo tipo de organización jerárquica, a la religión, a la política y al Estado. Los medios para destruir el orden burgués y llegar a esta sociedad sin clases presentaron diferencias importantes entre los distintos pensadores anarquistas.



3.- LA ÉPOCA DE LA PRIMERA INTERNACIONAL (1864-1881).-



A partir de 1850 el número de trabajadores, de organizaciones y de pensadores socialistas era importante. La conciencia de ser miembros de una misma clase, por encima de Estados y fronteras, les llevaría a la constitución de la Asociación Internacional de Trabajadores (Primera Internacional).



3.1.- LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE TRABAJADORES.-

La Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) fue creada en Londres (1864) por delegados de asociaciones obreras inglesas y francesas, y emigrantes políticos italianos y alemanes. Posteriormente, incorporó sociedades obreras de distintos países (owenistas, cartistas…) y personalidades involucradas en la lucha social. Se organizó en secciones nacionales y tenía un Consejo General dirigido por Marx, que redactó los estatutos y el manifiesto inaugural donde se establecían sus principios básicos: la emancipación de la clase obrera debía ser obra de los trabajadores mismos, que conquistarían el poder político para acabar con la sociedad burguesa e implantar el socialismo.

Los primeros congresos de la AIT se celebraron en Ginebra (1866), Lausana (1867) y Bruselas (1868). Se adoptaron acuerdos para impulsar las movilizaciones obreras en cada país y se definieron unas medidas que influyeron en las reivindicaciones obreras: reducción de la jornada laboral, supresión del trabajo infantil, mejora de las condiciones laborales de la mujer, desaparición del ejército permanente, socialización de los medios de producción, y el recurso a la huelga como el medio más eficaz para conseguir estos objetivos.

Estos acuerdos no impedían la existencia de discrepancias internas que llevaron al enfrentamiento abierto, desde 1869, entre Marx y Bakunin. Marx controlaba la AIT a través del Consejo General y gran parte de los acuerdos de la AIT reflejaban sus posiciones. Frente a él, Bakunin defendía la abolición del Estado y no su conquista, y se mostraba hostil a cualquier autoridad política. Acusaba a Marx de dictatorial y propugnaba la autonomía de las secciones y la pérdida de poder del Consejo General. Las delegaciones de los países más industrializados (Inglaterra, Alemania) apoyaban las ideas de Marx y las de los países más agrícolas (España, Francia, Italia) daban apoyo a las tesis bakuninistas.



3.2.- LA COMUNA DE PARÍS.-

A partir de 1868, la Internacional vivió con preocupación la creciente tensión política y militar entre Francia y Alemania e hizo un llamamiento al movimiento obrero para que mostrara la clara oposición a la guerra. Pero el conflicto estalló en julio de 1870. Francia fue derrotada en la batalla de Sedán y el ejército alemán llegó a las puertas de París, lo cual provocó el hundimiento del imperio de Napoleón III, que quedó prisionero de Bismarck. Se formó en 1871 un gobierno encabezado por Thiers, de carácter conservador, que preparó la capitulación ante los alemanes. Las clases populares de París no aceptaron ni el nuevo gobierno, ni sus intenciones de capitular, y se produjo una insurrección popular. El gobierno tuvo que abandonar la ciudad y refugiarse en Versalles.

En este contexto de vacío de poder, y para organizar la defensa frente a los alemanes, se realizaron unas elecciones que llevaron a la constitución de la Comuna de París (marzo-mayo 1871): un gobierno popular que respondía al ideal de una república democrática y social. La Comuna organizó la resistencia de París y emprendió un conjunto de reformas que se convirtieron en el referente para el movimiento obrero y democrático: nacionalización de los bienes del clero, reforma de la justicia, substitución del ejército por milicias populares, abolición de la policía, entrega de las empresas abandonadas a cooperativas obreras y un proyecto de enseñanza laica y gratuita.

En mayo, las tropas de Versalles y los prusianos consiguieron tomar París. El bombardeo sobre la ciudad se inició el 1 de mayo y el 21 la ocuparon definitivamente tras una semana de lucha. La represión fue durísima, con miles de fusilamientos, detenciones y deportaciones. El obrerismo francés quedó desarticulado y tardaría años en recuperarse.



3.3.- CRISIS Y DISOLUCIÓN DE LA INTERNACIONAL.-

El enfrentamiento ideológico entre Bakunin y Marx estaba incubando una crisis en la AIT, que la guerra franco-prusiana y la derrota de la Comuna precipitaron de forma irreversible. La participación de los internacionalistas en la Comuna de París había sido minoritaria, pero la AIT, acusada de instigar la insurrección fue ilegalizada en la mayoría de países y sus miembros resultaron perseguidos.

La ruptura entre los dos sectores se formalizó en el Congreso de La Haya (1872), cuando la mayoría (marxista) ratificó la decisión de proceder a la formación de partidos obreros nacionales como nueva forma de organización propia del proletariado. Los bakuninistas no aceptaron la resolución, fueron expulsados y formaron una nueva organización: la Internacional Antiautoritaria, que perduró hasta 1881. La AIT oficial, muy debilitada, se trasladó a Nueva York, donde languideció hasta 1876, año en que se disolvió. Se había consolidado la primera gran escisión en el movimiento obrero entre marxistas y anarquistas.

En definitiva, aunque el número de sus adheridos fue reducido, la AIT ejerció esencialmente una influencia moral, por su carácter de tribuna de discusión pública de ideas sobre la emancipación de los obreros y por la elaboración de un programa común para todos los trabajadores. Además puso las bases para la creación futura de los partidos socialdemócratas.



4.- SINDICATOS DE MASAS Y PARTIDOS OBREROS (1881-1914).-



En los años precedentes a la I GM, se consolidó el sindicalismo de masas y se crearon los partidos socialistas. Mientras que el anarquismo se limitaba al ámbito mediterráneo y perfiló un sindicalismo revolucionario.


4.1.- LOS AVANCES DEL SINDICALISMOS.-

El mundo del trabajo experimentó importantes transformaciones desde 1880. El crecimiento del capitalismo produjo un extraordinario aumento del proletariado industrial, que en algunos países de la Europa occidental superó por primera vez a la población agraria. La difusión del socialismo favoreció la constitución de un nuevo sindicalismo mucho más masivo. Así en Inglaterra, en los inicios del siglo XX, había más de cuatro millones de trabajadores adheridos a los sindicatos, y más de dos millones en Alemania. Al aumentar su capacidad de presión, ya que las huelgas podían movilizar a miles de obreros, se fue imponiendo la práctica de la negociación colectiva entre sindicatos y patronos, para fijar salarios y condiciones de trabajo.

También muchos sindicalistas empezaron a exigir la intervención del Estado para arbitrar los conflictos, frenar los abusos patronales y garantizar una legislación laboral. Como resultado de esta presión se produjeron las primeras legislaciones laborales:

  • Trabajo de niños y mujeres. En 1819, el gobierno británico exigió una edad mínima de nueve años para trabajar, y en Francia, en 1841, se fijó en ocho años. En 1874, el mínimo se fijó en diez años y en 1892, en doce. En la última década del siglo XIX se prohibió el trabajo nocturno femenino y se estableció un reposo obligatorio después del parto.
  • Seguros obligatorios. Alemania fue el Estado pionero en crear seguros obligatorios para los trabajadores, en caso de enfermedad, accidente, invalidez y vejez. Francia e Inglaterra establecieron legislaciones similares a principios del XX. En 1908, una ley inglesa aseguraba, por primera vez, una indemnización a los parados.
  • Jornada laboral. En gran parte de los países industrializados se estableció, a finales de siglo, la jornada de diez horas en los talleres y de ocho en las minas. Las ocho horas de trabajo diario no se alcanzaron hasta después de la I GM.



4.2.- PARTIDOS Y SINDICATOS SOCIALISTAS.-

Recogiendo la experiencia de la Primera Internacional, se empezaron a crear partidos políticos obreros. El primero y más importante, que sería el punto de referencia del socialismo europeo, fue el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), fundado en 1875. De inspiración marxista, su programa de 1891, establecía objetivos a dos niveles.

A largo plazo, el SPD pretendía conquistar el poder político a través de la acción revolucionaria no violenta para implantar una sociedad socialista. A corto plazo, definió lo que serían las líneas esenciales de la socialdemocracia europea del siglo XX, por medio de la lucha política y la acción parlamentaria. Por un lado, realizar reformas democráticas y sociales: sufragio universal extendido a las mujeres, representación proporcional, igualdad de derechos, tributaciones directas y sanidad y educación públicas. Por otro, mejorar las condiciones de la clase obrera: reducción de las jornadas laborales, mejoras salariales, prohibición del trabajo infantil, seguros sociales, etc. En 1912, el SPD obtuvo más de cuatro millones de votos (un 34,8 %) y 110 escaños, y se convirtió en la primera fuerza en el parlamento alemán. Con casi un millón de militantes (1914) era la fuerza más importante y el modelo de referencia de los otros partidos obreros.

El SPD potenció la creación de sindicatos nacionales, con profesionalización de sus dirigentes, que consolidaron la práctica de las negociaciones colectivas entre empresarios y obreros, y recurrieron a la huelga como medio de presión. Se establecía así una clara distribución de las funciones entre el partido, que concentraba los objetivos políticos, y el sindicato, dedicado a la acción reivindicativa y subordinado a la estrategia política del partido. Así, en Alemania, surgió la Unión General de Sindicatos Alemanes, y con similares características se creó la Unión General de Trabajadores (UGT, 1888) en España.

En Inglaterra, el punto de partida no fue el partido político sino los sindicatos, los cuales tras una larga experiencia de lucha, se habían consolidado a nivel nacional (Trade Unions Council), con tres millones de afiliados a finales del XIX. Las aspiraciones de reformas políticas eran canalizadas a través de los liberales (whigs). Pero hacia 1900, algunos círculos sindicales empezaron a plantearse la necesidad de crear una organización política propia. De esta iniciativa surgió el Partido Laborista (1905), que se consolidó en 1906 al obtener casi 30 escaños en la Cámara de los Comunes y que, en 1918, optó por una clara orientación socialista.



4.3.- LOS CAMINOS DEL SOCIALISMO.-

El desarrollo del socialismo estuvo acompañado, a partir de 1890, de una polémica cada vez más intensa que llegó a afectar al conjunto del movimiento y que surgió en el seno del Partido Socialdemócrata Alemán. Por un lado, su propio crecimiento, que se acompañó de la expansión hacia sectores de las clases medias, favoreció el predominio de la práctica parlamentaria en detrimento de la acción revolucionaria. La obtención de reformas inmediatas adquiría cada vez mayor relevancia y se convirtió en una meta en sí misma. Por otro lado, el fuerte crecimiento económico que se inició en aquella década parecía alejar la perspectiva de la crisis del capitalismo y eliminar el horizonte de la revolución.

Esta situación alimentó el revisionismo de los postulados de Karl Marx, cuyo principal impulsor fue el alemán Eduard Bernstein. En primer lugar, cuestionó el análisis del capitalismo realizado por Marx y constató que la riqueza, lejos de concentrarse en pocas manos, se iba extendiendo y un sector de los obreros había mejorado sus condiciones de vida. En segundo lugar, Bernstein sostenía que la participación política de la clase obrera había conllevado unas reformas sociales que iban transformando la sociedad y también la democratizaban. En consecuencia, apostaba por la vía parlamentaria para llegar de manera gradual al socialismo, lo que chocaba con la vocación revolucionaria de otros sectores socialistas.

Pero la posición de Bernstein tuvo un apoyo minoritario. El sector mayoritario alemán, representado por Karl Kautsky, mantenía una retórica revolucionaria pero atendía de forma preferente las prácticas reformistas. Otros como Rosa Luxemburg defendían que sólo se podía llegar al socialismo a través de la revolución proletaria. Fuera de Alemania, el ruso Vladímir Ilich Lenin fue la personalidad más relevante de esta tendencia izquierdista y encabezó la escisión bolchevique (1903) que protagonizaría la Revolución soviética de 1917.

En Francia, el socialismo aparecía dividido después de la Comuna y de la posterior represión. Jules Guesde representa la ortodoxia revolucionaria, contraria a toda alianza política con la burguesía. Frente a él, Jean Jaurès impulsó una radical síntesis entre democracia y socialismo, apostando por la colaboración con las fuerzas progresistas, e incluso por la participación en el gobierno. Estos dirigentes representaban los dos partidos socialistas que se unificarían en 1905, formando la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO).

En Italia y España, la expansión del socialismo se vio dificultada por la importante presencia del anarquismo. En España, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fundado en 1879, mantuvo una radical posición de clase, contraria a la colaboración con la burguesía y estrechamente vinculada a la UGT. En Italia se dio una cierta coexistencia entre anarquistas y socialistas hasta que se formó el partido socialista (1892). Finalmente, en Austria, el socialismo se mantuvo en la ortodoxia marxista, pero tuvo que enfrentarse a las tensiones nacionales que aparecían entre checos y austriacos, tanto dentro del partido como en los sindicatos, lo que situó la cuestión de las nacionalidades en el centro del debate.



4.4.- LAS PRÁCTICAS DEL ANARQUISMO.-

En el anarquismo, que arraigó principalmente en España, Italia y Francia, también se perfilaron caminos diversos. En el Congreso de Londres (1881) se aprobó el uso de la violencia individual para divulgar el ideario anarquista e inducir a las masas a la revolución. La práctica de la propaganda por el hecho, más allá de la oral y la escrita, suponía atentados contra los representantes del Estado, de la Iglesia y de la burguesía, considerados responsables de la miseria de los trabajadores. La represión, el aislamiento y la impotencia ante una burguesía cada vez más poderosa explicarían unos actos terroristas que comportaron el asesinato, entre otros, de la emperatriz de Austria (1889) y de los presidentes de la República Francesa (1894), del Consejo de Ministros de España (1897) y de EEUU (1901).

Vinculados o no a actos terroristas, la corriente más radical del anarquismo, el anarcocomunismo, tuvo sus principales representantes en Piotr Kropotkin y Enrico Malatesta. Desde una perspectiva de enaltecimiento de la conducta individual, se oponían a la formación de sindicatos y defendían una sociedad sin clases y la propiedad colectiva de los medios de producción y de los bienes de consumo. Hombres y mujeres agrupados en comunas autosuficientes atenderían sus necesidades mediante el trabajo voluntario y la ayuda mutua. Se oponían al llamado darwinismo social, que sancionaba el dominio de los más fuertes, y defendían el valor de la libertad, la igualdad y la ausencia de jerarquías. Defendían la educación como factor decisivo para el cambio social, el antimilitarismo, el anticlericalismo y los ideales internacionalistas.

Anarcosindicalismo

Finalmente, tendencias contrarias a la práctica terrorista y al individualismo y partidarias de la acción colectiva fueron configurando una corriente sindicalista que perseguía el objetivo de una sociedad sin clases, con la lucha reivindicativa entendida como un enfrentamiento directo con los propietarios. En Francia, esta corriente se vinculó al sindicalismo socialista y dio origen al anarcosindicalismo. En la Carta de Amiens (1906) se definió el sindicalismo revolucionario, autónomo de los partidos políticos, basado en la acción directa de los obreros frente a los patronos y en la huelga general como instrumento revolucionario de cambio social. En esta línea cabe situar a la Confederación General del Trabajo (CGT) en Francia, que sirvió de referente al sindicalismo italiano y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, 1910), en España.



5.- LA SEGUNDA INTERNACIONAL.- (no)



5.1.- FUNDACIÓN Y OBJETIVOS.-

La segunda Internacional se fundó en París durante los actos conmemorativos del centenario de la Revolución Francesa (1889). Se configuró como una organización homogénea ideológicamente ya que sólo incorporó partidos socialistas. Se perfiló como una confederación de partidos nacionales autónomos, sin un Consejo General que centralizase la acción, a diferencia de la AIT. En 1900 se creó un Buró Socialista Internacional, con sede en Bruselas, para dar continuidad a los trabajos que debían realizarse en el transcurso de los tres años entre los congresos, y en los que se fijaban los objetivos y actuaciones del movimiento socialista internacional tanto a nivel doctrinal como pragmático.

Las resoluciones adoptadas en el Congreso fundacional reclamaban Leyes para la protección de los trabajadores, la jornada laboral de 8 horas y la abolición del trabajo infantil. Condenaron la guerra, a la que consideraban consecuencia del orden capitalista, y llamaron a los trabajadores a afiliarse a partidos socialistas. A partir de aquí, la Internacional estableció una serie de principios que se mantendrían a lo largo del siglo: la extensión de la democracia, la evolución pacífica hacia la toma del poder político, la regulación del mercado laboral, el fin de la discriminación sexual y de las demás desigualdades.

La Segunda Internacional creó algunos de los símbolos del movimiento obrero como el himno y la celebración del 1º de mayo, Día de los Trabajadores, en recuerdo de los obreros detenidos y ajusticiados en Chicago en 1886. La también llamada Internacional Socialista agrupaba a millones de trabajadores y su debates tuvieron una notable repercusión. Impulsó una gran diversidad de organismos, entre los que cabe destacar la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (1907), reflejo de su influencia en el incipiente movimiento feminista, o la Federación Internacional de la Juventud Socialista.



5.2.- LOS GRANDES DEBATES.-(NO)

La Internacional fue el gran foro de debate de los problemas que afectaban al movimiento socialista, sobre todo desde 1900 (Congreso de París). En primer lugar, el revisionismo fue condenado y la presencia socialista en gobiernos burgueses sólo se admitió en caso de extrema necesidad. Se reafirmó la lucha de clases como base de la acción política y social. Sin embargo, ello no acabó con la confrontación entre las posiciones que defendían las prácticas reformistas y las que priorizaban la consecución del objetivo final.

El colonialismo configuró un segundo gran espacio de debate. Un sector lo denunciaba como una forma más de la explotación capitalista y defendía la obligación de combatirlo y potenciar en las colonias la revolución socialista. Logró imponer sus posiciones en el Congreso de Stuttgart. Pero otro grupo se limitaba a criticar la barbarie de los colonizadores sin cuestionar el sistema, y hasta defendía la colonización como factor positivo de civilización.

Finalmente, ante la espiral belicista se rechazó la guerra en los congresos de Copenhague (1910) y Basilea (1912). Considerada un producto del enfrentamiento entre los Estados capitalistas, se debía impedir, y si a pesar de todo estallaba, se debería frenar con la huelga general o la movilización revolucionaria. Ahora bien, cuando se inició la Primera Guerra Mundial (1914) la mayoría de los partidos socialistas sucumbieron a la oleada nacionalista y abandonaron los postulados pacifistas y revolucionarios. La euforia patriótica les llevó a v votar los créditos de guerra y a ponerse al lado de los respectivos gobiernos en lo que se llamó “la unión sagrada” de socialistas y los burgueses frente al enemigo de la nación.



5.3.- CRISIS Y DIVISIÓN DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA.-

Las divergencias anteriores cristalizaron en dos concepciones opuestas sobre lo debía ser el movimiento socialista: revolucionario o reformista según expresión de Rosa Luxemburg. Esta dualidad se agravó con el estallido de la IGM. Dentro de los partidos se forjaron tres grandes grupos, cuyo enfrentamiento culminaría en escisiones. Por una parte están los patriotas, partidarios de la guerra al asumir los criterios de defensa nacional preconizada por los partidos burgueses; por otra, los pacifistas moderados, contrarios a la guerra y que defendían la neutralidad; y finalmente, los revolucionarios que, como Rosa Luxemburg, Lenin o Antonio Gramsci, pretendían la conversión de la guerra en revolución proletaria.

Las tesis revolucionarias fueron materializadas por los bolcheviques dirigidos por Lenin, que conquistaron el poder en Rusia, en 1917. Entonces se rompió definitivamente la unidad del movimiento socialista. La Revolución rusa se convirtió en el nuevo punto de referencia que obligó a las diversas tendencias socialistas a tomar posición. Se formalizaba así la escisión comunista y la decisión soviética de organizar una nueva Internacional (el Komintern) incidió en todos los grupos socialistas. La Internacional Socialistas tal como había existido hasta 1914 había recibido el tiro de gracia y, a partir de entonces, su reconstitución se debería abordar sobre bases distintas.















COMENTARIO TEXTO

Ludismo

 «En la tarde del viernes, alrededor de las cuatro, un numeroso grupo de revoltosos atacó la fábrica de tejidos pertenecientes a los señores Wroe y Duncroft, en West Houghton (...), y, encontrándola desprotegida, pronto se apoderaron de ella. Inmediatamente la incendiaron y todo el edificio con su valiosa maquinaria, tejidos, etc., fue completamente destruido. Los daños ocasionados son inmensos, habiendo costado la fábrica sola 6.000 libras. La razón aducida para justificar este acto horrible es, como en Middleton, el "tejido a vapor". A causa de este espantoso suceso, dos respetables familias han sufrido un daño grave e irreparable y un gran número de pobres han quedado sin empleo. Los revoltosos parecen dirigir su venganza contra toda clase de adelantos en las maquinarias. ¡Cuán errados están! ¿Qué habría sido de este país sin tales adelantos?»

Annual Register, 26 de abril de 1812.



 II Internacional
 


«Las guerras entre estados capitalistas son, en general, las consecuencias de su concurrencia en el mercado mundial (...). Si una guerra amenaza estallar, es un deber de la clase obrera de los países afectados hacer todos los esfuerzos para impedirla por todos los medios que les parezcan los más apropiados y que varían naturalmente según el estado de la lucha de clases y la situación política en general.»
Resolución del Congreso de la II Internacional. Stuttgart, 1907.



Marx y Engels. Manifiesto comunista






http://www.abc.es/Media/201212/07/marx-engels--644x562.jpg


"La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en la fábrica, están organizados en forma militar. (...)
Pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado; unos, porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve despreciada ante nuevos métodos de producción. (...)
En esta etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y disgregada por la competencia."

Marx y Engels. Manifiesto comunista.



Marx. La lucha de clases en Francia
 



"(..) La dictadura de clase del proletariado como punto de transición necesario para llegar a la supresión de las diferencias de clase, a la supresión de todo el régimen de producción sobre el cual reposan éstas, a la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a este régimen de producción, al trastocamiento de todas las ideas que emanan de estas relaciones sociales."

Marx. La lucha de clases en Francia.




M. Bakunin. Los fundamentos económicos y sociales del anarquismo

Bakunin


Nuestro programa socialista exige y debe exigir irrenunciablemente:

1. La igualdad política, económica y social de todas las clases y todos los pueblos de la tierra.
2. La abolición de la propiedad hereditaria.
3. La apropiación de la tierra por las asociaciones agrícolas, y del capital y de todos los medios de producción por las asociaciones industriales.
4. La abolición del ordenamiento jurídico de la familia patriarcal, basado exclusivamente en el derecho a heredar la propiedad, así como la equiparación de los derechos políticos, económicos y sociales del hombre y de la mujer.
5. La crianza y educación de los niños de ambos sexos hasta su mayoría de edad, entendiéndose que la formación científica y técnica, en la que se incluyen los niveles más altos de formación, será igual y obligatoria para todos. La escuela reemplazará a la iglesia y hará innecesarios los códigos penales, los policías, los castigos, la prisión y los verdugos.

M. Bakunin. Los fundamentos económicos y sociales del anarquismo.



  M. A. Bakunin./ Contra Marx. Oposición a la idea de dictadura del proletariado


https://pogoprinciple.files.wordpress.com/2012/01/marx_bakunin_01-1.jpg



"(...) Pienso que la igualdad debe establecerse en el mundo mediante la organización espontánea del trabajo y de la propiedad colectiva de las asociaciones productoras libremente organizadas... y no mediante la acción suprema y tutelar del Estado.
Ese es el punto que divide principalmente a los socialistas o colectivistas revolucionarios de los comunistas autoritarios, partidarios de la iniciativa absoluta del Estado.
(...) Ellos afirman que solamente la dictadura -la de ellos, evidentemente- puede crear la voluntad del pueblo. Nosotros les respondemos: ninguna dictadura puede tener otro objeto que el de perpetuarse; ninguna dictadura podría engendrar y desarrollar en el pueblo que la soporta otra cosa que la esclavitud. La libertad sólo puede ser creada por la libertad."

M. A. Bakunin./ Contra Marx. Oposición a la idea de dictadura del proletariado.



Rosa Luxemburg. Reforma o revolución. 1899

 Rosa Luxemburg


“La teoría oportunista en el Partido, la teoría formulada por Bernstein, no es más que un intento inconsciente para asegurar el predominio de los elementos pequeñoburgueses que han ingresado en nuestro Partido para cambiar la política y los fines de éste en su provecho. El problema de reforma o revolución, esta última, meta final de nuestro movimiento, es, básicamente, en otras palabras, el problema del carácter pequeñoburgués o proletario del movimiento obrero.
Según Bernstein, la decadencia general del capitalismo parece cada vez más improbable porque, por una parte, el capitalismo muestra una mayor capacidad de adaptación, y por la otra, la producción capitalista se hace más y más variada...
De esta afirmación teórica se deriva la siguiente conclusión general acerca del trabajo práctico de la socialdemocracia. Ésta no debe dirigir su actividad diaria hacia la conquista del poder político, sino hacia el mejoramiento de la condición de la clase trabajadora dentro del orden existente.
La base científica del socialismo descansa, como bien se sabe, en tres hechos principales del desarrollo del capitalismo. Primero, en la creciente anarquía de la economía capitalista, que la lleva inevitablemente a su ruina. Segundo, en la progresiva socialización del proceso de producción, que crea gérmenes del futuro orden social. Y, tercero en la creciente organización y conciencia de la clase proletaria, que constituye el factor activo de la futura revolución. Bernstein desecha el primero de los tres soportes fundamentales del socialismo científico. Afirma que el desarrollo capitalista no conduce a un colapso económico general.”
Rosa Luxemburg. Reforma o revolución. 1899.

Charles Dickens. Tiempos difíciles
  





Charles Dickens


“Era una ciudad de ladrillos colorados, o más bien de ladrillos que habrían sido colorados, si el humo y las cenizas lo hubiesen permitido; pero tal como estaba, era una ciudad de un rojo y de un negro poco natural, como el pintado rostro de un salvaje. Era una ciudad de máquinas y de altas chimeneas, de donde salían sin descanso interminables serpientes de humareda, que se deslizaban por la atmósfera sin desenroscarse nunca del todo. Tenían un canal obscuro y un arroyo que llevaba un agua enturbiada por un jugo fétido, y existían vastas construcciones, agujereadas por ventanas, que resonaban y retemblaban todo el santo día, mientras el pistón de las máquinas de vapor subía y bajaba monótonamente, como la cabeza de un elefante enfermo de melancolía. Contaba la ciudad de varias calles grandes, que se parecían entre sí, y de infinitas callejuelas aún más parecidas unas a otras, habitadas por gentes que se parecían igualmente, que entraban y salían a las mismas horas, que pisaban de igual modo, que iban a hacer el mismo trabajo, y para quienes cada día era idéntico al anterior y al de después, y cada año el vivo reflejo del que le había precedido y del que iba a seguirle”.
Charles Dickens. Tiempos difíciles.







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